La noche cerró sus brazos de enrejados crespones.
A través de su ombligo se filtraba la luna.
Solo un rayo fulgía en la faz de sus pliegues
rompiendo la penumbra,
fragmentando las sombras.
Persistente, la lluvia besaba el pavimento.
Furtiva y sollozante deambula una silueta
y el farol que sin lumbre se abrazaba a la calle
cobijó la figura de pisadas descalzas.
Trémula, indefensa, la recibe el asfalto
repleto de humedad
llevando solamente como equipaje frágil
la extensa cabellera de rasgos azabaches
que protegió su cuerpo de toda desnudez.
Camina presurosa levantando la frente.
A sus pies cae la venda que opacaba sus ojos.
Vislumbra en la alborada la claridad del día
descubre el horizonte,
se abre al porvenir.
©Nitín Troncoso
Placer de hurgar en su madriguera literaria, mis más sentido respecto.
ResponderEliminarCuantas letras hermosas, que deleite recorrer sus letras, Gracias por escribir
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